Desde el Aeropuerto hasta Santo Domingo.
Como en tantos otros lugares, en torno al aeropuerto hay todo un sin fin de negocios de transporte montados para dar servicio a los turistas. En este primer viaje cogí un taxi para ir hasta la capital junto con la persona que había venido a recogerme, a mi me pareció barato por que lo comparé inicialmente con los precios de España, y la verdad un trayecto en taxi desde Barajas hasta Gran Vía (por poner un ejemplo similar), por 24 euros lo consideraríamos económico en España. La realidad es que estaba siendo atracado de una forma cortés y educada. Luego me enteré que ese mismo trayecto a quien me vino a recoger al aeropuerto le costó la mitad a la ida, y tan solo mi presencia hizo duplicar el coste del trayecto de vuelta.
Acostumbrado a otras formas de vida y sociedad, he de confesaros que mis primeras horas fueron de desconcierto y rareza, quizá por que todo me parecía más oscuro, más desordenado, más calor, más humedad, y en definitiva me sentí extraño y desorientado. Recuerdo perfectamente, como si fuese hoy, la impresión que me produjo ver que el taxi parecía un carro más, no tenia ningún uniforme característico, y es que los taxis en Santo Domingo no se identifican por un color o diseño característico, como ocurre en España, aunque recientemente y como podéis ver en la foto, parece que la nueva política de transportes va a ir sustituyendo paulatinamente la flota de taxis viejos por estos amarillos, espero verlos circulando en mi próximo viaje. También me sorprendió que no había taxímetro, y también me llamó poderosamente la atención (al menos inicialmente) que era un carro automático (allí lo son la mayoría).
Me gustó mucho la sensación de frescura que entraba por las ventanillas abiertas del taxi, procedentes de la brisa mojada por la humedad del mar. Todo el trayecto hasta la capital transcurre por la Autopista de las Américas, que es de peaje. Una buena parte del trayecto posee una instalación de iluminación, pero no estaba encendida, luego me enteré de que el robo de cable de cobre, es algo internacional, no ocurre solo en España, y es lo que había pasado con la iluminación de la Autopista. Este hecho ahondó en mi sensación de oscuridad. Os diré que me acabé acostumbrando a esta oscuridad, por que en lineas generales la iluminación de las calles en Santo Domingo es insuficiente, a lo cual le debemos sumar el hecho de que hay zonas de la ciudad en las que sufren cortes periódicos de electricidad (por supuesto no las zonas turísticas o las de clase social elevada).
La música fue la nota de color que iluminó mi desconcierto inicial, y es que en el taxi, el merengue, la bachata, inundan los carros de los Dominicanos, aun hoy estoy esperando entrar en un carro allá en el que no tengan puesto música y llevo ya unos cuantos viajes y muchas horas de carro dominicano, eso es algo que me maravilló y que me sigue encantando. Es como que no estás allí si no escuchas un merengue o una bachata. La música en la calle, es también una característica de este pais, la verdad es que llevan el ritmo en la sangre.
A medida que iba pasando el tiempo y en los 25 minutos que transcurrieron hasta llegar al hotel mi cuerpo y mi mente se fueron aplatanando y acostumbrando al entorno que me rodeaba, tan distinto al que estaba acostumbrado, al tiempo que atractivo y embaucador. Quien haya viajado hasta República Dominicana y no haya deseado quedarse allí alguna vez, es que no ha contactado realmente con el país, con su gente y se ha quedado en la cultura de lo que yo denomino el viaje de aeropuerto-hotel/hotel-aeropuerto.
Al llegar al hotel, que había escogido concienzudamente justo en frente del malecón bañado por el mar caribe, la habitación que tenia reservada no estaba lista, y me tuvieron que alojar en un pequeño edificio anexo, el cabreo se me pasó rápido y además la habitación que me dieron era bastante más grande, pero el hotel perdió un cliente para futuros viajes (no diré de que hotel se trata por que no es mi intención hacer sangre).
Ya en el hotel, una ducha y listo, para salir a cenar y probar la gastronomía dominicana. He de apuntar que me encanta viajar especialmente por probar platos nuevos. Pero continuaré contando mis impresiones sobre la cena y más cosas en próximas entradas, esta es demasiado larga ya.
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